Saturday, March 06, 2010

Alicia atrapada detrás del atardecer


[es curioso como con la caìda del sol comienzan las aventuras de Alicia]


Lo que la hacía falta eran un par de instrucciones para lidiar con las noches y los animales. Con los animales en que nos convertimos cuándo no podemos gobernar esos impulsos que reducen y obligan a las voluntades humanas.


¿lo habría obligado ella, sin querer, a volver al lugar de la huida?


Estaba lista para dejarlo ir.

Volvió sobre sus pasos para encontrarlo en aquella banca rodeada de travestis pero ya no estaba. Apenas un desconocido vestido de verde con lagrimas en las manos.

Thursday, February 04, 2010

Alicia en el País de las salidas


Era de mañana ¿o ya de tarde?, el tiempo es una convención a la que no esta acostumbrada, y sin saber porque le dolía tanto la cabeza comenzó a hacer memoria, que si es un recurso, al que suele recurrir para hastiarse de recordar.

¿Era un cubano o un ruso? Hubo agua, eso si estaba claro.

Esa mano en el bolsillo denotaba incomodidad e indiferencia. Pero la pregunta estaba hecha y necesitaba una respuesta ¿podría estar embarazada de desconocido?

Podría, si. Si ese desconocido, tan familiar de sus sueños al que cada noche sentía ganas de llamar hubiera estado ahí para ser su conciencia cuando ella la perdía.

No hubiera sido un problema de haber sucedido, el problema (o la oportunidad) fue no tener la seguridad de negarlo...

Thursday, August 14, 2008

LA HISTÉRICA.



“Si quieren llámenlo intuición femenina, o locura, o como quieran llamarlo, porque lo que es yo ni lo pienso calificar y son ustedes los que necesitan una etiqueta para cada cosa. Aquí y ahora no tengo por qué darle un nombre a nada, y menos aún tratar de explicarlo; tan sólo quiero ir tragando el miedo a grandes bocanadas mientras espero que él vuelva”.La Ciudad Ajena, Luisa Valenzuela

La puta se ha vuelto una imagen casi romántica, dentro de ciertos círculos (menos mal) se vuelve norma y un lugar políticamente muy correcto reconocer que no se puede ir por ahí diciéndole a las mujeres ¡puta!; y que si ese fuera su oficio no habría razón para indicarlas con el dedo.
La puta es una imagen pintoresca. Una reivindicación del derecho a vivir el sexo que tienen las mujeres.
La bruja, por otra parte, se ha vuelto encantadora. Mujer seductora, envolvente, cautivadora. Aquella mujer que aun en estos tiempo llenos de metas profesionales y pasatiempos personales logra dominar el milenario arte de combinar los ingredientes de la naturaleza en la justa medida dentro del caldero es, simplemente, apetecible.
Pero la loca, la loca sigue siendo una loca que amenaza con su delirio la cordura de los hombres razonables y de aquellas que aprendieron a comportarse como señoritas bien.
La histeria como enfermedad del útero de la que tanto se hablo antes parece ya no tener razón de ser si nos encontramos con mujeres cada vez más neuróticas (en tanto reprimidas), encerrando su rabia y su pena. Intentando comportarse como dicen que se comportan los hombres. Mujeres que no lloran, pero compran compulsivamente, comen con desesperación, vomitan enfermizamente, tienen color irritable y ulceras nerviosas, entre tantos otros síntomas causados por la represión del impulso natural al descontrol cuando las situaciones no agobian o nos superan.
Es por eso que, personalmente (si es que existe otra forma de hacerlo), reivindico el derecho a quebrar loza.

Friday, February 29, 2008

Todos somos adictos a Algo/ Alguien (de Hipnos)

Solo una fracción de segundo, un milímetro de distancia. Así de corto es el camino que te separa de estar muerta. A veces sientes la tentación de dar un paso y comprobarlo. Es tan facil morir.
Todos somos adictos a algo, al olvido, a los recuerdos, al engaño. Basta con hallar la sustancia, la emoción que canalice nuestro vicio.

Vivir es alejarse lentamente de la felicidad. Solo nos mantiene unidos a ella el doloroso cordón umbilical de la memoria; y la memoria, a su vez, es invadida constantemente por la imaginación y el ensueño.
Siempre acabamos por hacer una verdad de nuestra mentira.

Thursday, January 31, 2008

Carta del Subcomandante Marcos a Eduardo Galeano.

Ejército Zapatista de Liberación Nacional
México
2 de mayo de 1995

A: Eduardo Galeano.
Montevideo, Uruguay.

De: Subcomandante Insurgente Marcos
Montañas del Sureste Mexicano. Chiapas, México.

Señor Galeano:
Le escribo porque... porque me dieron ganas de escribirle. Porque ya pasó el día del niño acá en México y se me ocurre que a usted le puedo platicar lo que acá pasa, en un día del niño, en medio de una guerra sorda. Le escribo porque no tengo ninguna razón para hacerlo y, entonces, puedo así contarle lo que pasa o lo que me viene a la cabeza, sin la preocupación de que no se me vaya a olvidar el motivo de la carta. Porque sí, pues.
También porque perdí el libro que me regaló y porque ese ratón cambista que suele ser el destino (?) ha repuesto el libro perdido con otro libro. Y porque se me ha quedado bailando en la cabeza una parte de su libro "Las palabras Andantes".
Porque dice así:
"¿Sabe callar la palabra cuando ya no se encuentra con el momento que la necesita ni con el lugar que la quiere?. Y la boca, ¿sabe morir?".
Ventana sobre la palabra (VIII), p.262.
Y entonces yo me he recostado para pensar y fumar. Es de madrugada y como almohada tengo un fusil (bueno, en realidad no es un fusil, es una carabina que fue de un policía hasta enero de 1994. Antes servía para matar indígenas, ahora sirve para que no los maten). Con las botas puestas y la pistola recostada a un lado, cerca de la mano, pienso y fumo. Afuera, alrededor de humo y pensamientos, mayo se engaña a sí mismo fingiendo que es junio y hay ahora una tormenta de lluvia, rayos y truenos que logró lo que parecía imposible: callar a los grillos.
Pero yo no estoy pensando en la lluvia, no estoy tratando de adivinar cuál de los relámpagos que está por rasguñar la tela de la noche será el de la muerte, ni siquiera me preocupa que el techito de nylon que cubre mi estancia es demasiado pequeño y se moja la orilla del camastro (¡Ah! Porque resulta que me hice una camita de ramas y horcones, amarrados con bejucos. Lo hice porque la uso de escritorio, bodega y, a veces, para dormir. En la hamaca no me acomodo o me acomodo demasiado, me quedo muy dormido y el sueño profundo es un lujo que, acá, se puede pagar muy caro. En la cama de varillas de palo se está lo suficientemente incómodo como para que el sueño sea apenas un pestañazo).
No, no me preocupan ni la noche, ni la lluvia, ni los truenos. Me preocupa eso de "¿Sabe callar la palabra cuando ya no se encuentra con el momento que la necesita ni con el lugar que la quiere?. Y la boca, ¿sabe morir?". El libro me lo mandó la Ana María, una indígena tzotzil que tiene el grado de mayor de infantería en nuestro ejército. Alguien se lo mandó a ella y ella me lo mandó a mí, sin saber que yo perdí un su libro de usted y este libro repone el libro perdido, que no es lo mismo pero tampoco es igual. El libro está lleno de dibujitos en tinta negra y yo creo que así deben ser los libros y las palabras: dibujitos que salen de la cabeza o la boca o las manos y que van y se ponen a bailar en el papel, cada que el libro se abre, y en el corazón cada que el libro se lee. El libro es el regalo más grande que el hombre se ha dado a sí mismo. Pero volvamos a su libro de usted que yo tengo ahora. Lo leí con un cabito de vela que cargaba en la mochila.
El último tramo de pabilo se fue con esa página 262 (¡capicúa!, ¿no? ¿una señal?). Y entonces me recordé la frase aquella de Perón que me mandó y luego mi torpe respuesta y, más después, el libro que me envió. Y aquí la pena de contarle que el libro lo dejé botado en la "graciosa huida" de febrero. Y entonces me llegan este libro y las letras sobre el saber callar. Y yo ya llevo varias noches dándole vueltas al asunto, aun antes de que me llegara el libro. Y me pregunto si no llegó la hora de callar, si no será que ya se pasó el momento y ya no es el lugar, si no es la hora de morir la boca...
Y le escribo esto en una madrugada de mayo, pasado ya el 30 de abril de 1995, que es el día del niño acá en México. Nosotros los niños mexicanos celebramos ese día, las más de las veces, a pesar de los adultos.
Por ejemplo, gracias al supremo gobierno, hoy muchos niños indígenas mexicanos celebran su día en la montaña, lejos de sus casa, en malas condiciones de higiene, sin fiesta y con la pobreza más grande: la de no tener un lugar donde recostar el hambre y la esperanza.
El supremo gobierno dice que no ha expulsado a estos niños de sus hogares, sólo ha metido a miles de soldados en sus terrenos. Con los soldados llegaron el trago, la prostitución, el robo, las torturas, los hostigamientos. Dice el supremo gobierno que los soldados vienen a "defender la soberanía nacional".
Los soldados del gobierno "defiende" a México de los mexicanos. Estos niños no han sido expulsados, dice el gobierno, y no tienen por qué sentirse espantados de tantos tanques de guerra, cañones, helicópteros, aviones y miles de soldados.
Tampoco tienen por qué asustarse, aunque esos soldados traigan órdenes de detener y matar a los papás de estos niños. No, estos niños no han sido expulsados de sus casa. Comparten el piso irregular de la montaña por el gusto de estar cerca de sus raíces, comparten la sarna y la desnutrición por el simple placer de rascarse y por lucir una figura esbelta.

Los hijos de los dueños del gobierno pasan su día en fiestas y regalos.
Los hijos de los zapatistas, dueños de nada como no sea su dignidad, pasan su día jugando a que son soldados que recuperan las tierras que les quitó el gobierno, juegan a que siembran la milpa, a que van por leña, a que se enferman y nadie los cura, a que tienen hambre y, en lugar de comida, se llenan la boca de canciones.
Por ejemplo, esa canción, que les gusta cantar en la noche, cuando más cerradas son la lluvia y la niebla, y que dice, más o menos así:
"Ya se mira el horizonte,
combatiente zapatista,
el camino marcará
a los que vienen atrás"
Y, por ejemplo, en el horizonte aparece, marcando el paso, el Heriberto. Y atrás del Heriberto, por ejemplo, va el hijito del Oscar que lo llaman Osmar.
Y van, los dos, armados de sus dos varitas que pasaron a llevar de un acahual cercano ("No son varitas", dice el Heriberto y asegura que se trata de poderosas armas que son capaces de destruir un nido de hormigas arrieras que está cerca del arroyo y que le picaron al Heriberto y hubo de tomar represalias).
Avanzan el Heriberto y el Osmar en columna. Y por el frente opuesto avanza la Eva, armada de un palo que tiene la ventaja de convertirse en muñeca cuando el ambiente es menos bélico.
Y detrás de la Eva viene la Chelita, que levanta sus casi dos años apenas unos centímetros del suelo y que tiene unos ojos de venado lampareado que ya desvelarán, alguna noche, al tal Heriberto o al que se deje herir por destello tan moreno. Y atrás de la Chelita va un chuchito (perrito) que de puro flaco parece una marimba diminuta.
Y a mí todo esto me lo están contando, pero como si lo estuviera viendo al Wellington frente a Napoleón en esa película que se llamó "Waterloo" y, creo, salía el Orson Wells y al Napoleón lo derrotaban por culpa de un dolor de panza.
Pero aquí no hay Orson que valga, ni flanqueos de infantería, ni apoyo de artillería, ni defensa en cuadro contra las cargas de los de a caballo, porque tanto el Heriberto como la Eva han decidido optar por el ataque frontal y sin escaramuzas ni tanteos previos.
Yo estoy a punto de opinar que eso parece batalla de sexos, pero ya se está lanzando el Heriberto sobre la Chelita, evitando la carga directa de la Eva que se ve, de pronto, frente a un Osmar que no la espera cara a cara,, ni de pie sino que está de lado y en cuclillas porque ahí no más le dieron ganas de cagar y la Eva proclama que el Osmar se cagó de miedo y el Osmar no dice nada porque ahora quiere montar el chuchito se le acercó a oler, y en el entretanto la Chelita se puso a llorar cuando vio venir al Heriberto y el Heriberto ahora no sabe qué hacer para que se calle la Chelita y le ofrece una piedrita de regalo ("Acaso es piedrita", dice el Heriberto que asegura que se trata de oro puro) y la Chelita nada que para su chilladera y yo estoy pensando que hasta que le dieron una sopa de su propio chocolate al Heriberto cuando llega la Eva, en maniobra que llaman de "voltear la posición enemiga", y le cae el Heriberto por la espalda (cuando Heriberto ya le está ofreciendo su arma antihormiga-arriera a la Chelita, la cual está considerando la oferta, entre chillido y chillido), y entonces, ¡pácatelas!, la muñeca-arma de la Eva llega en su cabeza del Heriberto y empieza la chilladera, (estereofónica, porque la Chelita se siente estimulada por los gritos del Heriberto y no se quiere quedar atrás), y hay sangre y ya viene la mamá de no sé quien, pero trae un cinturón en la mano y los dos ejércitos se desbandan y el campo de batalla queda desierto y en la enfermería declaran que el Heriberto tiene un chipote del tamaño de su nariz y que, como la Eva está intacta, ganaron la mujeres en esta batalla.
El Heriberto se queja de arbitraje parcial y prepara el contra-ataque pero no será hasta mañana porque ahorita hay que comer los frijoles que no llenan ni el plato ni la panza...
Y así pasaron el día del niño, dicen, los niños de un poblado que se llama Guadalupe Tepeyac. En la montaña lo pasaron, porque en su pueblo hay varios miles de soldados defendiendo "la soberanía nacional". Y dice el Heriberto que, cuando sea grande, va a ser chofer de un camioncito y piloto de avión no quiere ser porque, dice, si se le poncha la llanta del carrito, ahí nomás te bajas y te vas caminando, en cambio si se le poncha la llanta al avión no hay para donde hacerse.
Y yo me digo que cuando sea grande voy a ser uruguayo-argentino y escritor, en ese orden, y no crea usted que será fácil porque lo que es el mate, no lo puedo tragar.
Pero no era esto lo que yo quería contarle. Lo que yo quería era contarle un cuento para que usted lo cuente:
Me enseñó el Viejo Antonio que uno es tan grande como el enemigo que escoge para luchar, y que uno es tan pequeño como grande el miedo que se tenga. "Elige un enemigo grande y esto te obligará a crecer para poder enfrentarlo. Achica tu miedo porque, si él crece, tú te harás pequeño", me dijo el Viejo Antonio una tarde de mayo y lluvia, en esa hora en que reinan el tabaco y la palabra.
El gobierno le teme al pueblo de México, por eso tiene tantos soldados y policías. Tiene un miedo muy grande. En consecuencia, es muy pequeño. Nosotros le tenemos miedo al olvido, al que hemos ido achicando a fuerza de dolor y sangre. Somos, por tanto, grandes.
Cuéntelo usted en algún escrito. Ponga que se lo contó el Viejo Antonio. Todos hemos tenido, alguna vez, un Viejo Antonio. Pero si usted no lo tuvo, yo le presto el mío por esta vez.
Cuente usted que los indígenas de sureste mexicano achican su miedo para hacerse grandes, y escogen enemigos descomunales para obligarse a crecer y ser mejores.
Esa es la idea, estoy seguro que usted encontrará mejores palabras para contarlo. Escoja usted una noche de lluvia, relámpagos y viento. Verá cómo el cuento sale así nomás, como un dibujito que se pone a bailar y a dar calor a los corazones que para eso son los bailes y los corazones.
Vale. Salud y un muñequito sonriente, como ésos con los que firma.

Subcomandante Insurgente Marcos

P.D. de advertencia policiaca. Es mi deber informarle que soy, para el supremo gobierno de México, un delincuente. Por lo tanto mi correspondencia puede ser implicatoria.
Le ruego que se grabe usted el contenido de la presente, es decir, la encomienda que suplica, y destrúyala inmediatamente. Si el papel fuera de chicle, le recomendaría que lo comiera y, masticando, se pusiera a hacer esas bombitas de chicle que tanto escandalizan a las buenas conciencias, y que demuestran la falta de urbanidad y educación de quien las hace.
Aunque hay algunos que las hacen con la esperanza de que una de las bombitas sea lo suficientemente grande como para llevarlo a uno de esa ruta luminosa que, allá arriba, se alarga... como se alargan el dolor y la esperanza sobre el cielo de nuestra América.

P.D. improbable. Salude usted de mi parte, si lo ve, al tal Benedetti. Dígale usted, por favor, que sus letras, puestas por mi boca en el oído de una mujer, arrancaron alguna vez un suspiro como esos que echan a andar a la humanidad entera.
Dígale también, que quién quita y lo de "Marcos" fue por "el cumpleaños de Juan Ángel"

Monday, September 17, 2007

"NI machismo ni feminismo"





La frasecita de moda ha comenzado a molestarme.
Comenzó cuando me encontré con mujeres inteligentes con las que comparto universidad cargando un cartelito con la famosa frasecita. ¿Qué mierda se están creyendo? pensé en decirles, pero lo que nos convocaba era la celebración del orgullo gay, así que entre tanto carnaval no había espacio para la discusión.
Y desde ese día me la he topado en cuanto programa periodístico de televisión, en cuanto blog adolescente y en cuanto comentario de pasillo.
¿Que pasa con estas personas? ¿Qué palabras estás saliendo de sus bocas?, por lo menos desde el ámbito de las ciencias sociales uno podría esperar un poco más de rigurosidad a la hora de lanzar frases como esta.
Es que ¿que no han servido de nada años de teorización feminista, millones de muertes, cientos de paginas web acerca del tema?
Si no somos capaces de preguntarnos por aquellas luchas que acontecen más allá de las pantallas de televisión y los manuales de materialismo dialéctico, no me parece que estemos en condiciones de renegar de ellas.
No podemos seguir haciendo el trabajo de los medios de des- información, reproduciendo las seudo ideas de periodistas que poco saben de lo que hablan.
En las mujeres jóvenes, y también entre hombres jóvenes, de las clases medias; y puede que también en la juventud de otros sectores sociales, se ha producido una resignificación del término “feminismo”. El nuevo sentido común lo asimila a una suerte de “machismo de las mujeres”, es decir, a la pretensión de que las mujeres son superiores. Las feministas son las mujeres que creen que su sexo es superior. Entonces surge el estereotipo de la feminista como la tía solterona, rabiosa y amargada, que no quiere saber nada con los hombres.
Es que el feminismo no puede ser reducido a estereotipos serviles al patriarcado, es que ni el feminismo ni (la mayoría) de las feministas pretender ir por ahí pisoteando hombres. Feminismo no es sexismo. El machismo lo es. ¿Tan difícil es percibir la diferencia? ¿Tanto han endurecido nuestra piel los discursos del patriarcado, que ni siquiera somos capaces de sentir la diferencia en nuestros cuerpos?
Miles de muertes al año (solo en nuestro país) por abortos clandestinos debiesen hablarnos de que el machismo (más precisamente el patriarcado) nos impone sentencias de muerte cuando queremos decidir y no tenemos dinero. Porque, claro, es la premisa fundamental del libre mercado: si lo puedes comprar lo puedes tener. ¿Seguimos en contra de esta doctrina del dinero? o ¿hemos abandonado nuestros juicios críticos en favor del ascenso profesional y el culto de la belleza?

Estamos olvidando que no podemos analizar una "cosa" en torno a si misma, lo que nos entrega alternativas de acción, lo único, es el análisis de "la cosa" es relación con "otra cosa".

El feminismo ¡no debe ser desterrado! Porque es la oposición al patriarcado, es la oposición al machismo. Cuando el patriarcado caiga y el machismo desaparezca ¡perfecto! estaremos felices enterrar las luchas feministas, pero: mientras exista patriarcado DEBE existir feminismo, y mujeres que incorporen en sus análisis perspectivas de género y de sexo.
Sino, nos encontramos (la sociedad toda) abandonados a merced del libre mercado de la libre explotación; del hombre por el hombre, de la mujer por el hombre, del homosexual por la iglesia, del preso por el estado, del loco por el siquiatra etc.

Saturday, July 28, 2007

De síntoma, espectro y femicidio.




“… el goce fálico es el obstáculo por el cual el hombre no llega, diría yo, a gozar del cuerpo de la mujer, precisamente porque de lo que goza es del goce del órgano”.
Lacan, Seminario XX




Es por lo anterior que el hombre no puede gozar del cuerpo de la mujer como un todo, solo goza de una parte de él, transformándola en su objeto a, el objeto de su deseo, deseo de poseerla.
Es a esto a lo que Lacan se refiere cuando dice la relación sexual no existe, pues no es una relación, propiamente dicha, sino un intento de apropiación
[1] de uno sobre las otras. Dado que el goce de la mujer esta dividido, solo una parte de este se concentra alrededor del falo, la otra parte permanece no representable; no existe una única “femineidad” o, como dice Lacan “la mujer no existe”, sino que existen “las mujeres”.
“Aún así, la mujer puede acceder a la femineidad de modo singular para cada una, mediante la construcción de una elucubración a partir de los datos de su inconciente y sometida a las necesidades de su exigencia pulsional” (Lamovsky; 2003).
Decir que las mujeres no son “la” mujer significa que no se prestan a una generalización falocéntrica. De este modo debemos entender al feminismo levantándose contra las prescripciones de uniformidad y abstracción propias de la ideología que mantiene oculto el antagonismo (mujer: objeto a / hombre: intentando poseer al objeto a de su deseo) fundacional de la estructura de relaciones sociales.
Para Lacan, en un análisis, gracias al síntoma, el sujeto puede recuperar algo de la "verdad" de su "deseo", que llega "cifrado y no reconocido", por lo cual requiere de la interpretación. Esto "cifrado y no reconocido" como huella del síntoma, es aquello que el sujeto cedió, traicionó de su deseo. De esto no pueden no quedar consecuencias que se delatan por el síntoma a través de la insistencia significante. Así, el origen del síntoma permanece inconsciente a nivel de lo real no simbolizable; mientras que, tal como un espectro atemorizante, el síntoma nos revela algo de lo oculto/ indecible.
Entendiendo al femicidio como síntoma del antagonismo sexual real que aparece a modo de espectro, conmocionando a la sociedad organizada por los preceptos de la ideología neoliberal (libertad, igualdad, opción); bajo los que se esconde que la mujer es concebida como objeto a. Es para poder lidiar con este espectro que la misma ideología intenta simbolizar el femicidio a través de significantes coherentes con ella misma. Así; el femicidio aparece como un crimen penalizado por los aparatos legales (uno de los AIE de Althusser) del estado, pero se mantiene oculta su causa.

Feminismo, critica de la ideología y psicoanálisis comparten la posición de histéricos, traidores (como Trotsky) y locos; dentro de la sociedad capitalista, y, más aun, incluso dentro del discurso de izquierda.
Es por esto que me parece conveniente que compartan herramientas de análisis y no se nieguen a discutir sus miradas en pro de abrir opciones de acción política que reconozcan el antagonismo primordial, la necesidad oculta, lo inconsciente.
[1] Tal como el capitalista intenta apropiarse de la plusvalía generada por el trabajador, terminando con la alienación de este.

Feminismo, Ideología y Psicoanálisis



Hablaremos desde una perspectiva feminista alejada del esencialismo de los primeros feminismos aunque, como se verá más adelante, tampoco adherimos completamente a la concepción post estructuralista del género.


Entenderemos, primero, que una posición feminista se relaciona con la voluntad específica de subvertir un orden androcéntrico que configura unas determinadas identidades sexuales normativas y genera efectos de dominación sobre las mujeres. No obstante, ni las definiciones son prescriptivas ni necesarias, ni los feminismos constituyen una práctica homogénea y unificada. Antes bien, son el escenario en el que se establecen tensiones y desplazamientos continuos. Para parte de la práctica feminista los fundamentos de ésta son contingentes y los marcos normativos o reguladores, precarios, contrastados o valorados en función de criterios inmanentes. Lo cual permite un ejercicio político situado y parcial, abierto y de límites porosos.

Respecto de la ideología; la entenderemos a modo de “… matriz generativa que regula la relación entre lo visible y lo no visible, entre lo imaginable y lo no imaginable, así como los cambios producidos en esta relación” (Zizek: 2003, 7). Usaremos esta definición por compartirla y, también, para establecer el nexo, a través de Zizek, entre feminismo y psicoanálisis lacaniano.
Pues bien; la ideología como estructura tiene dos niveles: el visible, de los significados manifiestos, que produce desconocimiento del otro nivel; y el invisible, latente. De este modo es que las ideologías logran esconder su propia existencia produciendo una red de verdades subjetivas por medio de las cuales el sujeto se constituye a nivel visible, se produce una fascinación frente a los ideales que cada ideología propone y a través de esta fascinación una promesa de disolver el antagonismo sobre el cual se erige la sociedad.
Bajo esta definición de ideología es que se concibe al sujeto como el lugar que todo individuo debe ocupar dentro de esta, aceptando su identificación.
Siguiendo esta línea de pensamiento podemos establecer un mapa de la cuestión del feminismo en relación con la ideología neoliberal de la modernidad.
De este modo quedarían establecidos como significados visibles de la ideología liberal moderna; la libertad, la igualdad y la posibilidad de optar (opción)
[1]. Esto produce un efecto de significado en el sujeto que lo lleva a adoptar una neutralidad de género a partir de la cual organiza las nociones de la sociedad patriarcal respecto de la raza, la clase y el sexo.
Desde la perspectiva psicoanalítica de Lacan, esta neutralidad puede interpretarse como síntoma producto de un discurso simbólico visible que produce imágenes/imaginarios; y genera, a su vez, adhesión y desconocimiento.
Esta neutralidad de género que, como ya dijimos, esta dada por el efecto de significado que produce en los sujetos la ideología; corresponde a la imagen y opera a nivel de lo visible (conciente) invisibilizando la dominación masculina, que permanece atada al inconciente como trauma constitutivo de lo real.
Es así como“…es la diferencia masculino/ femenino la que estructura toda la economía discursiva de la simbólica de la representación” (Richard: 2005) del sexo y del poder; que esta a la base, hecha inconciente, por la ideología neoliberal moderna, de lo real.
Es que, tal como dice Zizek “… no hay dos discursos, uno ´masculino´ y otro ´femenino´; hay un discurso dividido desde adentro por el antagonismo sexual; es decir, que proporciona el ´terreno´ en el que se desarrolla la batalla por la hegemonía” (2003, 34).
De acuerdo con lo anterior es que parece importante reconocer, por lo menos, la función estructurante de la diferencia femenino/masculino sobre las jerarquías binarias universales de la modernidad.
Desde esta perspectiva el feminismo puede ser concebido como crítica de la ideología; pues identifica “la necesidad oculta en lo que aparece [a causa de la ideología] como una mera contingencia” (2003, 10).Mientras la neutralidad de género resulta evidente; el feminismo apunta directo al carácter antagonista del orden social (patriarcal), que no se puede simbolizar.

[1] convengamos en que “la igualdad había sido definida sobre la premisa de una asimetría sin sentido; es decir una equivalencia vacía; que estaba definida de acuerdo a parámetros masculinos” (Catherine Mackinnon).